Cuantas lunas que se van
y nosotros esperando
que despierte el corazón
que parece estar quebrado……
Y en el último suspiro
el momento ya llegó.
Ay, celeste regalame un sol…
Ay, celeste regalame un GOL…
Esta canción de la “hinchada charrúa”, define perfectamente la historia de Juan Eduardo Hohberg.
Junio de 1954, Lausana (Suiza), semifinales de la copa del mundo. Se enfrentan Hungria, los “magiares mágicos” posiblemente la mejor selección de todos los tiempos, con los Puskas, Gzibor, Kocsics y compañía, contra Uruguay.
Si hay hay un equipo que sabe el significado de “hazañas” ese es la selección charrúa, la selección con más títulos en la historia del fútbol y que cuatro años antes, había logrado el “Maracanazo”.
Ahora, tenían que derrotar a los húngaros para poder disputar la final y defender el título.
A falta de diez minutos para el final Uruguay pierde 2-0, pero es cuando aparece “el Verdugo “, Hohberg recoge bien perfilado un balón entre los centrales y de disparo raso lo coloca donde “pastan las vacas” (si hay un gol que define a un delantero centro,es este).
Esta a punto de concluir el partido, cuando “el Verdugo” tras regatear al portero, empata la semifinal. Todos sus compañeros se abalanzan sobre él para celebrarlo. Tras la celebración, se levantan todos menos el autor del gol, que permanece tendido en el suelo.
Los doctores del equipo acuden rápidamente a asistirle, el partido no ha acabado pero se encuentran a Hohberg inconsciente y sin latido vital. Esta muerto.
Intentan reanimarlo mediante masaje cardíaco pero el delantero no responde, es cuando Carlos Abate (médico de la selección) le suministra coramina oral, medicamento que estimula las funciones vasomotoras y respiratorias.
“Fue en ese momento cuando revivió”.
A pesar de las indicaciones médicas, Hohberg decide entrar nuevamente al campo para terminar lo que había empezado.
Juan Eduardo Hohberg,
que despierte el corazón
que parece estar quebrado…
y en el último suspiro,
el momento ya llegó.
Ay, celeste regalame un SOL….
Ay, celeste regalame un GOL.
By: Aitor