23 de Noviembre de 1977, Tamburrini regresaba a casa  de un entrenamiento con su equipo, el ALMAGRO. Club de la primera B argentina y que la temporada anterior había dejado escapar el ascenso a la máxima categoría en el último partido.

Al entrar en su casa Claudio es reclamado por dos personas armadas preguntándole por su identidad, al responder este afirmativamente, se lo llevan en una furgoneta con el pretexto de hacer algunas averiguaciones.

Esa furgoneta lo lleva hasta casa de su madre donde esperaban otros dos tipos en un auto y a la orden de “el pájaro ha caído” emprenden camino a destino desconocido.

Media hora después, ambos vehículos se detienen en un edificio apartado de la ciudad, es la “Mansión Seré”.

Una vez dentro lo atan a un somier y comienza su tortura.Objetivo, que delatase a sus compañeros de partido.

(Claudio Tamburrini, estudiante de filosofía había ingresado pocos años antes en el partido comunista.

En 1976, un ejército de militares comandados por Videla, habían dado un golpe de estado terminando con el gobierno democrático de Isabel Martinez.

Los americanos aprovecharon bien la situación, para al igual que en Chile, instaurar  el “neoliberalismo” de la mano del novel Friedman, en lo que se denominó “la doctrina del shock”.)

Tamburrini, sufrió durante 120 largos días a la “pequeña Lulu”, es como llamaban esos parapolicías a la picana eléctrica con la que torturaban.

Claudio, consciente que las únicas maneras de salir de allí eran muerto o escapando, ideo junto a sus tres compañeros de celda un diario de fuga.

En el segundo aniversario de la dictadura y antes del recuento de media noche, se descuelgan por una ventana con una liana hecha de mantas y correas de cama.

Pero no sin antes despedirse del jefe torturador, escribiendo en su pared:

! GRACIAS, LUCAS !

Los cuatro, emprenden así una fuga. Desnudos y tres de ellos esposados, corrieron calle arriba, bajo una intensa lluvia, en busca de un coche con el que escapar.

Sin poder robar ninguno, desesperados, se dividen buscando cada uno suerte dispar.

Claudio Tamburrini, el arquero del Almagro, se refugió en diferentes casas durante meses, trabajando desde basurero a taxista, camuflando su identidad.

Tiempo después, consigue llegar a Brasil, por el puerto de Iguazú, donde consigue la condición de preso político. Después vuela a Estocolmo, donde terminaría Filosofía y su vida continuó.

No así la de otros 30.000 compatriotas argentinos, que Videla se “llevó”.

Claudio Tamburrini, arquero de Almagro o “diario de una fuga”.

By: Aitor